Espíritu Emprendedor y Entorno para los Negocios

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Al hablar de un emprendedor, es inevitable definirlo como una persona que posee un espíritu de búsqueda de algo nuevo, que acepta el riesgo como parte inherente de todo cuanto hace, y que observa en cada dificultad un reto a ser vencido.

Es el hacedor de sus propios retos e instrumentador y ejecutor de sus soluciones. Su universo de acción es la innovación y sus límites suelen ser su propia capacidad y tiempo de vida. Este término, hoy en día, se aplica a las personas que tienen una sensibilidad especial para detectar oportunidades y la capacidad de movilizar recursos externos, generalmente propiedad de otros, para explotar dichas oportunidades. Son muchas veces personas favorecidas de la instrucción académica y, consecuentemente, con posibilidades de convertir los resultados de la investigación en paquetes tecnológicos. Los requerimientos económicos son bajos, ya que producen bienes y servicios de costo reducido de producción, mediante procesos poco intensivos en capital y demandan mano de obra cualificada.

Según el proyecto GEM (Global Entrepreneurship Monitor) hay principalmente dos motivos por los cuales se generan emprendimientos: por razones de superación personal y por la identificación de una oportunidad de negocio sostenible en el tiempo.

De acuerdo a los estudios realizados para generar el ranking de países con mayor puntaje de emprendimiento, cuyo análisis abarca una definición amplia del proceso emprendedor: desde la etapa inicial, en la que emprender es sólo una idea en la mente de los potenciales emprendedores, hasta las actividades empresariales desarrolladas por emprendedores consolidados en empresas que llevan establecidas un lapso generalmente mayor a ocho años.

Significa que, en países con un PIB per cápita bajo, elevada participación del Estado en la actividad económica, control de cambios, inamovilidad laboral, las actividades emprendedoras proporcionan oportunidades de autoempleo y de creación de nuevos mercados de alcance restringido. A medida que la riqueza per cápita aumenta, se genera un cambio en la matriz de opinión que moviliza al Estado en un cambio de políticas públicas tendiente a mayor flexibilidad y apertura de los mercados que facilitan a las empresas creadas que se consolidan y aumentan su capacidad para satisfacer la creciente demanda. Al incrementarse la oferta de empleo, el ritmo de la actividad emprendedora nuevamente tiende a disminuir por motivos de subsistencia pero se potencian ante la aparición en un mercado más profundo y sofisticado pues, también, aumenta el número de individuos con recursos suficientes para consumir y para emprender, especialmente en escenarios en los que se perciben oportunidades con potencial de éxito. Así, en países de altos ingresos, con bajo costo y facilidades estatales en poner en marcha una nueva empresa, el ritmo de la actividad emprendedora tiende a incrementarse.

Es importante tener en cuenta que el impacto de las actividades que desarrollan los empresarios está condicionado por factores generales del país en el que se desenvuelven, como lo son el marco institucional, el clima empresarial, el grado de apertura del país al exterior -mercado de divisas, tránsito aéreo y marítimo- la infraestructura física y el nivel de avance tecnológico. De igual manera, depende de variables específicas o condiciones de entorno como la facilidad de acceso al crédito, las regulaciones parafiscales, valoración del emprendedor por las autoridades, etc. Adicionalmente es necesario que el individuo potencialmente emprendedor disponga de ciertas aptitudes, de allí que existen aspectos antropológicos y sociológicos característicos en los emprendedores.

Siendo así, los países más emprendedores no tienen por qué corresponder con aquellos más potentes o con mayor renta per cápita. En tal sentido, la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo publicó al cierre de 2013 el ranking de los diez primeros países emprendedores que, curiosamente no llega a figurar ni uno latinoamericano. Estos son: Nueva Zelanda, Australia, Canadá, EEUU, Singapur, Irlanda, Dinamarca, Francia, Finlandia y Luxemburgo. Otras organizaciones que realizan estudio sobre países emprendedores, basado en otros parámetros, si figuran algunos países latinoamericano, como Brasil y Perú.

El emprendimiento requiere de un conjunto de capacidades específicas entre ellas podemos citar : compromiso, determinación y perseverancia; fijarse metas; orientación al objetivo y voluntad de conseguir y crecer; persistencia en la solución de problemas; autonomía e independencia; iniciativa y responsabilidad personal; capacidad de buscar consejo y retroalimentación; decisión, sentido de urgencia, paciencia; capacidad de decisión; intuición y anticipación; conciencia de sus limitaciones; visión de oportunidades donde otros ven problemas; capacidad de tolerar la ambigüedad, la tensión y la incertidumbre; madurez emocional; sentido ético, integridad y fiabilidad; capacidad de trabajo; adaptabilidad; saber tomar riesgos calculados y compartir el riesgo con otros emprendedores y agentes económicos; visión a largo plazo.

La actividad emprendedora depende de diversos factores relacionados con el marco institucional de cada país. De acuerdo a los resultados de diversos estudios, Latinoamérica en su conjunto se encuentra rezagada en cuanto al desarrollo y promoción del emprendimiento, con respecto a muchos países del Asia y Europa sin embargo el espíritu de nuestros ciudadanos a veces logra superar las trabas económicas e institucionales para emprender. Por tanto se requiere orientar al futuro emprendedor con programas de competitividad, trabajar en proyectos de cooperación técnica que permitan a los empresarios e innovadores contar, no sólo con un entorno que promueva el desarrollo de nuevos emprendimientos, sino también brindarles las herramientas necesarias para que los mismos sean exitosos y sostenibles a largo plazo.