Dolarización versus flotación: patrón de gestión de divisas

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El pasado 15 de enero, en las instalaciones de la Universidad Metropolitana (Unimet) se llevó a cabo un debate de interés para la coyuntura venezolana entre las escuelas de economía de la Unimet y la Universidad Católica Andréss Bello (Ucab), teniendo como tema principal de debate: “Venezuela después del tipo de cambio: dolarización o tipo de cambio flexible”, y que contó con la presencia de destacados economistas como jurados de la discusión.La dolarización fue defendida por los estudiantes de la Unimet y el tipo de cambio flexible por los de la Ucab. Este debate es propicio para recordar la importancia de transitar próximamente un esquema que libere plenamente la comercialización y manejo de divisas, tal como lo han hecho todos los países que gestionan exitosamente sus economías en la región.

A pesar de que debemos reconocer que los modelos de la teoría económica son especialmente complejos para implementarlos, debemos tener muy claro que la política monetaria no es la herramienta mágica para solventar una crisis económica profunda como la venezolana, y menos son las restricciones en los manejos cambiarios y la evidencia así lo demuestra.

Hay que destacar argumentos interesantes dentro de este debate, abordándose en lo teórico, ya que no se discutió la implementación de las medidas. Por un lado, tenemos a la dolarización (o sujeción plena a un signo monetario estable de amplia aceptación global) y poseemos un ejemplo sumamente cercano de éxito como la dolarización en Ecuador, que después de una crisis a finales de la década de los noventa pudo resolver serios problemas institucionales y estructurales que quizá de otra forma no hubiese sido capaz de resolver. En la teoría, la dolarización es una medida estabilizadora y muy atractiva para países con un nivel de riqueza externa negativa (no es el caso de Venezuela). Sin embargo están los argumentos teóricos y ejemplos mucho más grandes de dolarizaciones que han entorpecido el crecimiento. Citando a Fontaine y Vergara, que analizaban la posibilidad de aplicar una dolarización en Chile, destacan cuatro requisitos fundamentales para que un país lleve a cabo una medida de dolarización como los son: 1 Plena integración comercial, 2 Flexibilidad Laboral, 3 Diversificación del ingreso nacional y 4 Flexibilidad fiscal. Este ejemplo es muy importante ya que Chile dependió hace tres décadas tanto del cobre como Venezuela depende del petróleo hoy día; finalmente Chile decidió aplicar el sistema de flotación de su moneda y así logro adicionalmente promover significativamente su oferta exportable no tradicional y posicionarse como el país más desarrollado de la región.

La contraparte defendía el tipo de cambio flexible, una medida mejor posicionada dentro de la teoría económica actual, en la que los países tienen autonomía sobre su política económica, los bancos centrales conservan la función de prestamista de última instancia -una salvación ante una crisis bancaria- y pueden gozar de los beneficios del señoreaje -una forma de licuar la deuda interna-, además que los tipos de cambio flexibles permiten un ajuste mucho más adecuado ante un choque externo que, en el caso venezolano, pueda ser una caída en el precio del barril de petróleo, situación que viene asomándose desde el último trimestre del año 2013.

Nuestro país depende en exceso de las exportaciones de petróleo y la evidencia muestra que en los últimos 40 años la volatilidad de sus precios no ha sido menor a 50%; es decir, somos muy propensos a un choque en los precios externos petroleros. Además, el mercado laboral venezolano se ha vuelto particularmente inflexible en la última década, lo que representa un obstáculo importante a la hora de emplear un ajuste contracíclico en el caso de un choque de los ingresos externos. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), para finales de 2012, dentro de la población económicamente activa 19,6% trabajaba como empleado público, eso significa que 2.463.759 personas dependen directamente del Gobierno. Como ejemplo cercano, encontramos que en Colombia y en Perú, la población activa que trabaja para la administración pública se ubica en 3,9% y 8,4%, respectivamente.

Existen argumentos en contra de establecer durante mucho tiempo regímenes de tipo de cambio fijo, no solamente debido a las distorsiones y costos de una sobrevaluación de la moneda nacional, sino también por los costos que entraña su abandono cuando la presión cambiaria se vuelve insostenible, situación presente actualmente en Venezuela. La proposición a la dolarización privilegia la estabilidad monetaria, exigiendo más esfuerzos competitivos a otros sectores con objetivos macroeconómicos como el de la producción, comercio, empleo. El éxito de la dolarización debe contar en un contexto mundial de relativa estabilidad y también los ciclos económicos de los países involucrados deben estar altamente sincronizados, amén de la separación de los poderes públicos y el equilibrio institucional para el general cumplimiento de los grandes acuerdos sociales; como desventajas a la dolarización se tiene que la disminución de los salarios en una primera etapa de su implementación y se produce apreciación o depreciación implícita de la moneda por factores ajenos al giro económico nacional.

No existe un modelo económico simple que, efectivamente, pueda explicar los índices de PIB, de empleo y de inflación, a los niveles y tiempo deseados. Por tanto, las autoridades deben estar atentas en emplear modelos calibrados con la realidad local y un intenso análisis de información para evaluar los acontecimientos y aplicar medidas correctivas y preventivas.

Al momento de encarar una medida de dolarizar o que el bolívar flote y compita con otras monedas, tal medida va a depender de la calidad institucional, la disciplina fiscal y problemas estructurales que hay que solventar previamente para sanear nuestro esquema cambiario.

@moisesbittan